Manuel Neila y la búsqueda antigua

Gloria Díez.- Si alguien, pongamos que fuera allá por 1685, se hubiese acercado a Matsuo Bashô, que entonces contaría con 41 años, y le hubiese preguntado: Maestro, ¿qué es un haiku?, Bashô, que además de extraordinario poeta era monje budista, probablemente de habría contestado: “Haiku es lo que está sucediendo aquí y ahora”.

Si alguien, pongamos que fuera hace un par de meses, le hubiera preguntado a Manuel Neila (Hervás, Cáceres, 1950): Manuel, ¿qué es para ti un haiku?, es probable que el poeta, y crítico y traductor y ensayista, le hubiera contestado: "Lo puedes leer en El juego del hombre: haiku es la eternidad en vilo".

Y posiblemente no hay demasiadas diferencias en el fondo de sus palabras, porque la eternidad, de puntillas, solo puede aludir a un instante suspendido. Hay una razón para conectar a Manuel Neila Lumeras con Bashô, y es que Manuel, que a sus habilidades anteriores une la de aforista, acaba de publicar en la colección “El levitador” de la editorial Polibea, una colección de haikus y apostillas que ha llamado Sendas de Bashô (Madrid, 2018). El texto, delicadamente ilustrado por Juan Manuel Uría, lleva unas palabras preliminares de Antonio Rivero Taravillo.

El libro de Neila se abre con una cita de Matsuo: “No busco el camino de los antiguos, busco lo que ellos buscaron”. En un libro del periodista Albert Liebermann, El árbol de los haikus, que ha conocido numerosas ediciones, se ofrece una traducción ligeramente diferente de esa frase. Si fuera más acertada, cosa que desconozco, no se trataría tanto de una afirmación de Bashô, sino de un consejo: “No busques el camino de los antiguos, busca lo que ellos buscaron”. Sea cual fuere la interpretación, resulta capital. De nada sirve empeñarse en subir a una montaña colocando los pies en las huellas de los que nos han precedido y caminando con un paso que no es el nuestro. Lo importante es avanzar hacia la cima, por cualquier camino que lleve a ella. Lo contrario nos somete a la maldición de los malos epígonos.

No es ese al camino de Manuel Neila. Andarín como Matsou, observador como Matsuo, en Sendas de Bashô no hay montañas japonesas veladas por capas de niebla, sino montes de Castilla, esos que Antonio Machado dejó asociados para siempre a un indefinible azul. Y si aparece algún almendro, o se cuela una grulla, es porque almendros y grullas también pueden encontrarse naciendo de esta tierra y cruzando los cielos.  Neila se lanza, como es su costumbre, a la búsqueda de lo esencial. La esencia poderosa y desnuda. Liberadora.

Una peculiaridad podrá encontrar el lector de Sendas de Bashô: hay dos voces, algo así como una variación en torno a dos acordes. Los haikus, que se dividen en cuatro apartados ligados a las estaciones, están acompañados por una cohorte de apostillas, que complementan con levedad, la gracia de los poemas. Sí, sí… le he pedido permiso al autor para emplear juntas las palabras levedad y gracia, pues La levedad y la gracia es el título de su antología de aforistas hispánicos.

Me gustaría llamar la atención del lector sobre uno de los haikus de Neila: “Ladran los perros/ a la luz de la luna/ ¡Qué frío hace!”. Cabe preguntarse: ¿De dónde sale su fuerza? Son doce palabras. Y gracias a esas doce palabras “oímos” a los perros, “vemos” la luna desnuda en un cielo que nos evoca los cielos rasos de Claudio Rodríguez y el frío nos recorre la piel.  Se entumecen los dedos. Huele a helada. Son doce palabras desnudas que, sin embargo, tienen el poder de llevarnos a un momento único. Incluso esos perros nos resultan cercanos. Porque también nosotros, indefensos frente a la noche, ladramos a nuestros sueños. Tiene razón, don Manuel. ¡Qué frío hace!

El haiku tiene un extraordinario efecto espejo: el hombre y la naturaleza se miran y se sienten enlazados por equilibrios sutiles. Y así nos acercamos, aunque sea durante unos segundos, a la unidad original. Aquí y ahora.

Dice Manuel Neila en las palabras preliminares: “Andas y cantas. Y repites la canción estremecida de la tierra, la melodía ronca de las tórtolas, el susurro ancestral de las culebras. Y, ante las alamedas abrasadas por el sol de estío, sientes una alegría fecunda, que puede confundirse con la luz insoluble”. Dice Bashô: “Nadie que vaya/ por este camino. / Crepúsculo de otoño”. Y así debe de ser: vemos el camino vacío, el nuestro, el que nos pertenece. Nadie acompaña los pasos del que avanza. Todo camino es solitario. También Machado lo sabía. “No hay caminos”, advirtió: hay estelas, estelas frágiles y evanescentes como si se tratara de crepúsculos.

Manuel Neila, Sendas de Basho. Polibea, Madrid, 2018.






RÓTULA es una revista de poesía inédita
donde publicamos composiciones que no han podido ser leídas
antes en ningún otro sitio, escritas por autores con una amplia trayectoria
literaria, y también nuevas plumas de equipaje más ligero.

Anualmente, aparecerá una publicación impresa
con poemas también inéditos, de cuya aparición daremos cuenta
en esta misma revista y en redes sociales.


P O E T A S

PRÓXIMAMENTE

Sara Castelar
Aitor Francos
Olaya Bellver


Editor
José Luis Trullo


Envío de originales para su consideración:
revistarotula@gmail.com


Obra original de Susana Benet