Cuestionario Rótula: José Mateos


Foto de José Luis Trullo
José Mateos, nacido en Jerez de la Frontera (Cádiz) en 1963, es poeta, ensayista, narrador, pintor y responsable de la editorial Libros Canto y Cuento. De sus libros de poemas pueden destacarse Una extraña ciudad, Días en claro, Canciones, La niebla, Cantos de vida y vuelta y Otras canciones. Recopilaciones de sus poemas son Reunión (Poesía 1983-2003) y Poesía esencial. Como ensayista ha publicado libros como Soliloquios y divinanzas, La Razón y otras dudas, Fragmentos sobre arte y El ojo que escucha. Ha publicado también libros de aforismos y relatos como Historias de un Dios menguante, Un año en la otra vida o Silencios escogidos. Su último poemario publicado es Un sí menor (2019).

1. ¿Para qué poetas en tiempos de penuria?

Para reducir un poco el analfabetismo emocional de muchos jóvenes y no tan jóvenes. Para mejorar algo de nosotros mismos: es el único camino de mejorar algo del mundo. Para ser feliz por unos instantes. En resumen: para soli Deo gloria. 

2. Platón expulsó al poeta de su república ideal. ¿En qué ciudad se siente el poeta como en su casa? ¿Cuál es la tierra natal de la poesía?

El poeta no tiene ciudad, es un extraño en cualquier ciudad, aunque con su canto haga ciudad. La tierra natal de la poesía es el horizonte, el que el poeta tiene a sus espaldas y el que tiene ante él. Ese horizonte que, por mucho que avance o retroceda, está siempre más allá de él.

3. En la clásica tensión entre metro estricto y verso libre, ¿hay posibilidad de armisticio? ¿Cuál es su apuesta?

No hay verso libre. Sólo hay verso obediente. Obediente a una música, a una llamada. El resto es verso de postín de proclama, retórica o antirretórica de academia.

4. ¿Qué poetas le abrieron los ojos? ¿Con cuáles en mente desearía cerrarlos para siempre?

Descubrí la poesía en una antología que mi padre tenía en su modesta biblioteca. Allí leí por primera vez a Jorge Manrique,  a Juan de la Cruz, a Espronceda, a Bécquer, a Rubén Darío. Al final de mi adolescencia me deslumbró la soledad, la rebeldía y esa verdad de vida que alienta bajo la retórica un tanto amanerada de Luis Cernuda. Después, gracias a Fernando Ortiz, me adentré en la poesía de Antonio Machado que, junto a la del Juan Ramón posterior a Diario de un poeta recién casado, creo que me acompañará siempre.

5. Hay quien afirma que los poetas piensan con la imaginación y la memoria, y otros que lo hacen con la mirada, con el cuerpo. ¿Y usted?

Desconfío muchísimo de la imaginación, aunque ya sé que en el arte moderno y, si me apuran, hasta en la política que se ha venido haciendo después del 68, tiene mucho prestigio. La imaginación es siempre producto de nuestros deseos, y nuestros deseos falsifican la realidad, la cubren con la niebla de nuestros intereses y valores. Frente a la imaginación prefiero la atención. La atención de mirar, de escuchar, de tocar… con el máximo despojamiento para que aparezca algo como realmente es: una pequeña verdad, un pequeño misterio que nos conecta con el gran misterio de vivir, de ser la vida afirmándose a sí misma.

6. El poeta ¿nace o le hacen (sus vivencias, sus lecturas, sus afanes)?

Esa oposición que se viene repitiendo desde hace muchísimos años me parece una pamplina, la verdad. Supongo que Lorca en aquella conferencia suya es el que la populariza en España, no sé. El poeta es un hombre como otro cualquiera y, por tanto, como todo hombre, nace con unas cartas determinadas, pero que él maneja según unas decisiones que lo van, a su vez, determinando. Rousseau decía que mientras un animal, al poco de nacer, será para siempre el animal que es, el hombre, en cambio, es el único animal que se puede convertir en un imbécil. Ser poeta, como ser médico o ser policía, es fruto de una elección determinada, condicionada por unas circunstancias y  por otras elecciones anteriores. Uno puede huir o decir sí cuando somos llamados a algo más.  Y en la vida somos llamados a algo más constantemente.

7. Dígame, por favor, el nombre de cuatro poetas vivos y otros cuatro fallecidos con los cuales se daría por satisfecho releyéndolos hasta el final de sus días.

De entre los vivos me resulta difícil escoger. El bosque es muy tupido y no estoy muy al día. Y de los fallecidos, otro tanto. Pero, ya que me das la ocasión, sí aprovecho para animar a algún lector a que se acerque a la poesía de tres poetas vivos pero fallecidos muy recientemente: José Luis Parra, Mario Míguez y Antonio Cabrera.
  
8. ¿La poesía es sólo "palabra en el tiempo", como creía Machado? ¿No hay lugar en ella para la eternidad?

Hay un poema de un suizo, Conrad Ferdinand Meyer, en el que se nos describe una fuente romana. En ese poema se nos ilustra cómo la concha de mármol primera recibe el agua y, al mismo tiempo, al desbordarse, la entrega a la segunda concha, que a su vez hace lo mismo con la tercera, y así sucesivamente. El poeta nos habla de un agua que fluye y reposa a la vez. En un buen poema ocurre algo parecido, el tiempo fluye, se hace música, para reposar en la eternidad.

9. Si la poesía pudiera darnos "el nombre exacto de las cosas", ¿la soportaríamos?

En sus mejores momentos es lo que hace: darnos el nombre exacto de las cosas. Y lo soportamos porque dura poco.

10. Por último, ¿qué destino desearía para sus versos? Uno solo.

El de ser leídos.

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