Sandra Carrasco.- La presente reseña trata del libro titulado Gehirn und Gedicht wie wir unsere Wirklichkeiten konstruieren [Cerebro y poema. Cómo construimos nuestras realidades]. (Hanser, Munich, 2011), un trabajo conjunto entre el poeta, traductor y crítico literario alemán Raoul Schrott (1968) y el neuropsicólogo Arthur Jacobs (1957). Se trata de un repaso de los hallazgos neuropsicológicos con respecto a las diferentes áreas del cerebro y su papel en diferentes procesos cognitivos y estéticos. Pese a las lagunas metodológicas y de contenido que señalaremos a continuación, el monumental estudio tiene un valor programático no desdeñable para impulsar acercamientos cada vez más transdisciplinares a la literatura y a la ciencia. Esperamos que a partir de esta reseña surja el interés por traducir el libro a alguna de las lenguas cooficiales de la Península Ibérica.
Literatura y Ciencia. Breve estado de la cuestión
Para situar el libro que nos ocupa dentro del amplísimo panorama científico sobre literatura y ciencia, conviene recordar que desde hace unos cuatrocientos años, cuando la concepción geocéntrica del universo comenzó a ser sustituida por una visión heliocéntrica, la reflexión acerca de los vínculos entre las Humanidades y las Ciencias ya estaba de actualidad. El propio Galileo Galilei observó que la filosofía estaba escrita en el mayor libro que existía ante nuestros ojos, el universo, y que su lenguaje era el de las matemáticas. Mientras Galilei parece creer en una sinergia entre Humanidades y Ciencias Naturales, en la cual estas áreas de conocimiento se complementan y fructifican mutuamente, en los siglos XVIII y XIX, cuando ambas áreas del conocimiento se establecieron como instituciones profesionales especializadas, el diálogo entre ellas comenzó a percibirse como imposible. Hacia finales del siglo XIX, las Humanidades y las Ciencias se convirtieron en disciplinas universitarias independientes, de modo que las fronteras entre ambas se fortificaron cada vez más.
Desde finales del siglo XX, la crónica de este desarrollo ha sido ampliamente estudiada, entre otros, por Gossin (2002), Nicklas (2002) y Ette (2004). A grandes rasgos, el desencuentro alcanza su cumbre en 1959, cuando el científico y escritor británico, Charles Percy Snow, publica su influyente escrito The Two Cultures and the Scientific Revolution, en el cual acusa a los escritores de una actitud elitista y apolítica y que por lo tanto bien se puede calificar de panfleto. Solo cuatro años después, en 1963, el también británico escritor y erudito universal Aldous Huxley reaccionó a los planteamientos de Snow con su libro Literature and Science, donde los reformula de una forma más matizada. Según Huxley, las Humanidades y las Ciencias no son dos culturas sino más bien dos lenguajes, entre los cuales existe una particular dificultad de traducción. Esta dificultad radica, por un lado, en un uso divergente del lenguaje cotidiano; el poeta trata de multiplicar los significados de las palabras mientras que el científico aspira a su máxima univocidad y precisión. El lenguaje poético tiende hacia la polisemia, el científico hacia la monosemia. Por otro lado, el poeta y el científico tienen objetos de interés distintos; mientras el poeta reflexiona sobre lo íntimo e innombrable, el científico se ocupa de lo público e objetivable. Aun así, Huxley reclama un diálogo entre las Artes y las Ciencias advirtiendo del peligro que supone lo que Victor Hugo llamó los savants bêtes (sabios tontos o sabios bestias, según el doble significado de la palabra bête) y recordando que Charles Darwin habría sido incapaz de interesarse por nada que no fuera su área de investigación strictu sensu, ni siquiera por las obras de Shakespeare.
Tanto el ensayo de Snow como el de Huxley ejercieron una notable influencia en el mundo intelectual de la segunda mitad del siglo XX, a pesar de sus lagunas argumentativas. Aún en 1971, el libro Explanation and Understanding de Georg Henrik von Wright , defiende la hipótesis que las Humanidades se rigen por el propósito de "entender", mientras que las ciencias naturales aspiran más bien a "explicar". La brecha entre ambas áreas de conocimiento se presenta nuevamente como insuperable.
Paralelamente a la existencia de este discurso que tiende hacia la polarización entre las Artes y las Ciencias, en el curso de las tendencias globalizadoras del siglo XX las universidades crean planes de estudios, en los cuales la interdisciplinariedad fue adquiriendo un papel cada vez más importante. Esta tendencia se refuerza en los primeros años del siglo XXI, cuando se advierte un creciente interés por analogías, sinergías y afinidades entre Literatura y Ciencia. Pascal Nicklas (2002), por ejemplo, realizó su tesis de habilitación sobre la función de las metáforas para designar el concepto de la metamorfosis en la Literatura y en la Ciencia, a saber, en las obras de Ovidio, Goethe, Kafka, Darwin y Freud. Las metamorfosis narradas en la literatura articulan preocupaciones existenciales que, en tanto que constantes antropológicas, conciernen el papel de la identidad en un mundo de fenómenos cambiantes, la temporalidad o aun el problema de los orígenes del universo, entre creación divina y evolución natural. Una diferencia fundamental entre el discurso literario y el discurso científico es, según Nicklas, que el primero es performativo, mientras que el segundo es constatativo. De este modo, la literatura tiene el potencial de visualizar o transformar en experiencia palpable aquello que en el discurso científico es mera abstracción; un ejemplo de este vínculo es el influjo del psicoanálisis y del surrealismo en los artistas y escritores de principios del siglo XX.
Herwig y otros autores (2005) editaron las actas de un congreso interdisciplinar, en el cual se discernieron los conceptos para designar el cambio y la transformación en la literatura, la teología, la sociología, la filosofía y también en las ciencias naturales. Sale aquí a colación el contraste entre el concepto filosófico de la metánoia, que significa ‘vuelco’ o ‘giro radical’, el religioso de conversión, que denota un cambio de lo moralmente malo hacia lo bueno, y el de metamorfosis, que, en general, designa un cambio de forma o de cuerpo. En el diálogo entre Humanidades, Artes y Ciencias, entra así en juego un debate sobre la tensión entre la contingencia y la necesidad, pues, partiendo de la terminología de Ferdinand de Saussure (1916), no solo se trata de discernir el nivel sintagmático de un fenómeno (es decir, el nexo causal y lógico entre sus elementos), sino también de tomar en cuenta el nivel paradigmático, es decir la relación entre elementos que podrían llegar a realizarse de manera simultánea, pero que entre sí son excluyentes.
Otros investigadores que analizaron el vínculo entre Humanidades, Artes y Ciencias son el germanista Peter von Matt, quien en 1972 publicó un libro que hasta nuestros días se ha reeditado anualmente sobre el impacto del psicoanálisis en la teoría literaria; Umberto Eco, que en 2009 publicó su compendio sobre la función de la lista en la literatura y en el arte, entendiendo la lista como un medio para ampliar los horizontes de la sabiduría, especialmente desde el Renacimiento en Europa; o el romanista Thomas Klinkert (2010), que publicó un nutrido estudio sobre lo que él llama ‘ficciones epistemológicas’, en el cual analiza las interferencias entre Ciencia y Literatura desde la Ilustración. Con particular énfasis subrayamos la reciente publicación de la eminente germanista y romanista alemana Monika Schmitz-Emans (2019), dedicada a las fantasías enciclopédicas, esto es a la representación literaria de cómo ocurre la transferencia de saberes.
Cabe destacar, por último, los trabajos de Ette (2004, 2012), profundamente arraigados en la metodología científica de Alexander von Humboldt y en el concepto del “tercer espacio” (third space) acuñado por Homi K. Bhabha en los Estudios Culturales. Para Ette, es fundamental que las disciplinas académicas no se limiten a una coexistencia en vidas paralelas, libres de fricciones, sinergias y espacios comunes; conviene, más bien, instaurar una práctica académica en la cual exista un debate transareal. El término TransArea Studies que Ette acuñó en la década de 1990 se constituye por una metodología transdisciplinar, en la cual la literatura se entiende como ciencia de vida (Life Science), apta para dar respuestas a preguntas tradicionalmente estudiadas por las ciencias naturales, por ejemplo, la pregunta ¿qué es la vida? La tarea de la filología es, para Ette, abrirse a estos temas de envergadura antropológica y existencial y compartir, así, mesa con las Humanidades y con las Ciencias Naturales. Elementos fundamentales en los trabajos de Ette son el movimiento y la movilidad. Su estudio Writing-Between-Worlds. TransArea Studies and the Literatures-without-a-fixed-abode , publicado en inglés en 2017, en alemán en 2005, examina cómo la movilidad geográfica desde la Antigüedad grecolatina hasta el siglo XXI contribuyó a la creación del conocimiento científico y a su vez de lo que Ette llama “literaturas sin domicilio fijo”, situadas a su vez en el interfaz entre Arte y Ciencia.
Como señalan Schwartz y Berti (2018), «lamentablemente, en el mundo hispanohablante los esfuerzos por integrar (o al menos por explorar las relaciones entre) literatura y ciencia, mucho más escasos y dispersos, no han logrado constituir la […] masa crítica de investigadores e intelectuales imprescindible para trabajar con orden y sistema. […] En 1985 fue fundada en Estados Unidos la Society for Literature, Science and the Arts (SLSA), que cuenta actualmente con varios cientos de miembros en activo, prepara conferencias anuales y edita su propia revista (Configurations); y más tarde se crearía en el Reino Unido la British Society for Literature and Science».
Dentro de este amplio espectro, aquí someramente esbozado, el estudio que nos ocupa es, contrariamente a sus propios planteamientos, de índole más bien positivista. Al versar sobre la afinidad entre las estructuras neuronales del cerebro y las estructuras propias de la poesía, abre un debate sugerente y quizás un tanto polémico sobre los límites de lo que podríamos llamar la ‘biologización del arte’.
El acercamiento positivista
El estudio de Schrott y Jacobs se esfuerza por no caer en la trampa del positivismo reduciendo fenómenos estéticos como meros productos epigenéticos del cerebro humano. El libro tiene un arranque prometedor al plantear cuestiones como las siguientes: ¿somos las personas portavoces de un pensamiento inconsciente, o es éste quien se abre paso y articula a través de nosotros, ajeno a nuestra propia voluntad? ¿Se expresa en el poema algo que sobrepasa los límites de nuestro conocimiento? ¿Cómo entender la inspiración? ¿Por qué un libro tiene la capacidad de captar nuestra atención hasta el punto de hacernos olvidar el espacio y el tiempo en que nos encontramos? ¿Por qué hay rimas que no olvidamos en la vida, aunque las hayamos aprendido de muy niños? ¿Por qué una metáfora es capaz de evocar en nosotros una sensación de verdad absoluta?
Todas estas cuestiones atañen los fundamentos filosóficos del pensamiento humano como los orígenes de la razón y de la consciencia, atisbadas, pero finalmente ignoradas en el nutridísimo libro de Schrott y Jacobs. El estudio de las personas alexitímicas es un ejemplo de entre muchos para el planteamiento un tanto reduccionista del libro. Tras describir e ilustrar con suma claridad, las diferentes áreas del cerebro humano, los autores dejan en entredicho si las dificultades de las personas alexitímicas son más bien de índole emocional o bien “si solo difícilmente son conscientes de sus emociones y pueden hablar de ellas” (pág. 70). Tal y como muestra la retórica de lo indecible en la literatura mística, la consciencia de un fenómeno y su articulación lingüística son fenómenos independientes y no tienen por qué estar ligados. El lector ávido de profundizar en el funcionamiento de la consciencia humana verá lo que ocurre en el cerebro durante la lectura de un texto literario, pero echará en falta un paso más allá de la mera representación neurocientífica. La fascinante alianza entre la vista y la comprensión se explica por la capacidad del ser humano de concentrarse sobre un fenómeno; lo percibido se convierte en conceptual a través de esquemas “esqueléticos” (pág. 114) a los que se añaden detalles específicos. También en este ejemplo falta por aclarar el papel de la consciencia a la hora de percibir un fenómeno como tal y posteriormente decidir cuáles son los detalles para completar el concepto.
El problema de la interpretación
El libro consiste en nueve capítulos que tratan la lectura, conceptos sensomotores, metáforas, sonido y pintura, musicalidad, versificación y rima, escritura y lengua, imágenes y en último lugar figuras de pensamiento. Los autores ponen de manifiesto los interfaces entre los elementos estilísticos de la literatura y los procesos neurobiológicos más elementales. Los tres segundos que en gran parte del mundo se necesitan para leer un verso se corresponden con las capacidades de nuestra red neuronal. La metáfora resulta de conexiones neuronales, que crean un “objeto imposible” (pág. 150), el cual ni se puede ver ni fotografiar ni siquiera delimitar conceptualmente. Para los autores, la ambigüedad, el enajenamiento, la ficción y la paradoja son tipos de ilusión óptica y constitutivos para la creación e interpretación de metáforas. Con un ademán didáctico (dibujos e ilustraciones, cuadros informativos con digresiones histórico-científicas y un lenguaje fácilmente comprensible para un público aficionado, además de una bibliografía al final de cada subcapítulo), la paradoja llega a definirse de una manera un tanto trivial, a saber como fenómeno de dos percepciones a priori contrapuestas (pág. 151). La interpretación, que es uno de los grandes problemas en el quehacer científico, no se aborda, tampoco desde un metanivel. ¿De qué manera surge una determinada interpretación de un poema y cuáles son sus factores constitutivos? ¿Qué aporta la Neuropsicología al conocimiento sobre los mecanismos de la interpretación literaria? ¿En qué difiere la interpretación literaria de un poeta de aquella de un neurocientífico? ¿Qué ocurre en el cerebro en caso de una mala interpretación? Estas cuestiones no se abordan.
Los orígenes de la poesía
Para un estudio que lleva la poesía en su título, sorprende la escasez del material literario y aun poético a lo largo de su desarrollo. Sí aparecen muchos términos técnicos, especialmente aquellos vinculados a la retórica y a la métrica. En solo nueve páginas, se remontan los orígenes de la poesía a su función mnemotécnica. Mediante la escucha y la recitación repetida de rima y musicalidad, se activan dos redes neuronales complejas hasta el punto que se establece un circuito entre ambas (pág. 331). En ocasiones, los autores se apropian del discurso evolucionista para explicar fenómenos literarios. Por ejemplo, definen la creación literaria como resultado del principio evolutivo de emergencia regido por una “asociación aleatoria” (pág. 419). Esta definición se ilustra con una cita de Italo Calvino que, sin embargo, habla de la “narración inherente a todas las cosas” (pág. 419) y que, por tanto, apunta menos al desarrollo aleatorio de todo proceso creativo sino más bien a su coherencia interna como le sería propia al concepto aristotélico de la “narración”.
Conclusiones
Schrott y Jacobs han presentado un compendio nutridísimo y fascinante que aporta terminología básica de los estudios literarios y también de la Neuropsicología. Sienta, así, una base metodológica para un diálogo entre Literatura y Ciencia. El filólogo Schrott domina, sin embargo, el discurso apropiándose de la terminología neurocientífica para ilustrar fenómenos poéticos. Éstos, a su vez, quedan escasamente representados y comentados dentro del corpus presentado en el estudio. Un análisis explícito del fenómeno poético en toda su complejidad precisaría, además, de una mayor amplitud y precisión metodológicas e igualmente de una mayor reflexión metacientífica.
Miguel Cobo Rosa
Rosario Troncoso
Ricardo Virtanen
Olaya Bellver
Ana Isabel Alvea
Aitor Francos
Gabriel Insausti
L E C T U R A S
E N V Í D E O
José Julio Cabanillas
Juan Lamillar
María Sanz
Víctor Jiménez
R O T U L A R I O
(blog)
María Victoria Atencia
Andrés Neumann
José María Millares Sall
Antonio Gamoneda
José Luis Parra
Chantal Maillard
Clara Janés
Ida Vitale
Eloy Sánchez Rosillo
Julia Uceda
José Corredor-Mateos
Francisco Pino
Hugo Mugica
C U E S T I O N A R I O
R Ó T U L A
José Mateos
Victoria León
Raquel Vázquez
José María Jurado
Antonio Rivero Taravillo
José Manuel Benítez Ariza
A L V E O L A R I O
Daniel García Florindo
Isabel Martín Salinas
Jorge Díaz Martínez
Iván Onia
Juan Cuevas
Isaben de Rueda
Envío de originales para su consideración:
revistarotula@gmail.com
Literatura y Ciencia. Breve estado de la cuestión
Para situar el libro que nos ocupa dentro del amplísimo panorama científico sobre literatura y ciencia, conviene recordar que desde hace unos cuatrocientos años, cuando la concepción geocéntrica del universo comenzó a ser sustituida por una visión heliocéntrica, la reflexión acerca de los vínculos entre las Humanidades y las Ciencias ya estaba de actualidad. El propio Galileo Galilei observó que la filosofía estaba escrita en el mayor libro que existía ante nuestros ojos, el universo, y que su lenguaje era el de las matemáticas. Mientras Galilei parece creer en una sinergia entre Humanidades y Ciencias Naturales, en la cual estas áreas de conocimiento se complementan y fructifican mutuamente, en los siglos XVIII y XIX, cuando ambas áreas del conocimiento se establecieron como instituciones profesionales especializadas, el diálogo entre ellas comenzó a percibirse como imposible. Hacia finales del siglo XIX, las Humanidades y las Ciencias se convirtieron en disciplinas universitarias independientes, de modo que las fronteras entre ambas se fortificaron cada vez más.
Desde finales del siglo XX, la crónica de este desarrollo ha sido ampliamente estudiada, entre otros, por Gossin (2002), Nicklas (2002) y Ette (2004). A grandes rasgos, el desencuentro alcanza su cumbre en 1959, cuando el científico y escritor británico, Charles Percy Snow, publica su influyente escrito The Two Cultures and the Scientific Revolution, en el cual acusa a los escritores de una actitud elitista y apolítica y que por lo tanto bien se puede calificar de panfleto. Solo cuatro años después, en 1963, el también británico escritor y erudito universal Aldous Huxley reaccionó a los planteamientos de Snow con su libro Literature and Science, donde los reformula de una forma más matizada. Según Huxley, las Humanidades y las Ciencias no son dos culturas sino más bien dos lenguajes, entre los cuales existe una particular dificultad de traducción. Esta dificultad radica, por un lado, en un uso divergente del lenguaje cotidiano; el poeta trata de multiplicar los significados de las palabras mientras que el científico aspira a su máxima univocidad y precisión. El lenguaje poético tiende hacia la polisemia, el científico hacia la monosemia. Por otro lado, el poeta y el científico tienen objetos de interés distintos; mientras el poeta reflexiona sobre lo íntimo e innombrable, el científico se ocupa de lo público e objetivable. Aun así, Huxley reclama un diálogo entre las Artes y las Ciencias advirtiendo del peligro que supone lo que Victor Hugo llamó los savants bêtes (sabios tontos o sabios bestias, según el doble significado de la palabra bête) y recordando que Charles Darwin habría sido incapaz de interesarse por nada que no fuera su área de investigación strictu sensu, ni siquiera por las obras de Shakespeare.
Tanto el ensayo de Snow como el de Huxley ejercieron una notable influencia en el mundo intelectual de la segunda mitad del siglo XX, a pesar de sus lagunas argumentativas. Aún en 1971, el libro Explanation and Understanding de Georg Henrik von Wright , defiende la hipótesis que las Humanidades se rigen por el propósito de "entender", mientras que las ciencias naturales aspiran más bien a "explicar". La brecha entre ambas áreas de conocimiento se presenta nuevamente como insuperable.
Paralelamente a la existencia de este discurso que tiende hacia la polarización entre las Artes y las Ciencias, en el curso de las tendencias globalizadoras del siglo XX las universidades crean planes de estudios, en los cuales la interdisciplinariedad fue adquiriendo un papel cada vez más importante. Esta tendencia se refuerza en los primeros años del siglo XXI, cuando se advierte un creciente interés por analogías, sinergías y afinidades entre Literatura y Ciencia. Pascal Nicklas (2002), por ejemplo, realizó su tesis de habilitación sobre la función de las metáforas para designar el concepto de la metamorfosis en la Literatura y en la Ciencia, a saber, en las obras de Ovidio, Goethe, Kafka, Darwin y Freud. Las metamorfosis narradas en la literatura articulan preocupaciones existenciales que, en tanto que constantes antropológicas, conciernen el papel de la identidad en un mundo de fenómenos cambiantes, la temporalidad o aun el problema de los orígenes del universo, entre creación divina y evolución natural. Una diferencia fundamental entre el discurso literario y el discurso científico es, según Nicklas, que el primero es performativo, mientras que el segundo es constatativo. De este modo, la literatura tiene el potencial de visualizar o transformar en experiencia palpable aquello que en el discurso científico es mera abstracción; un ejemplo de este vínculo es el influjo del psicoanálisis y del surrealismo en los artistas y escritores de principios del siglo XX.
Herwig y otros autores (2005) editaron las actas de un congreso interdisciplinar, en el cual se discernieron los conceptos para designar el cambio y la transformación en la literatura, la teología, la sociología, la filosofía y también en las ciencias naturales. Sale aquí a colación el contraste entre el concepto filosófico de la metánoia, que significa ‘vuelco’ o ‘giro radical’, el religioso de conversión, que denota un cambio de lo moralmente malo hacia lo bueno, y el de metamorfosis, que, en general, designa un cambio de forma o de cuerpo. En el diálogo entre Humanidades, Artes y Ciencias, entra así en juego un debate sobre la tensión entre la contingencia y la necesidad, pues, partiendo de la terminología de Ferdinand de Saussure (1916), no solo se trata de discernir el nivel sintagmático de un fenómeno (es decir, el nexo causal y lógico entre sus elementos), sino también de tomar en cuenta el nivel paradigmático, es decir la relación entre elementos que podrían llegar a realizarse de manera simultánea, pero que entre sí son excluyentes.
Otros investigadores que analizaron el vínculo entre Humanidades, Artes y Ciencias son el germanista Peter von Matt, quien en 1972 publicó un libro que hasta nuestros días se ha reeditado anualmente sobre el impacto del psicoanálisis en la teoría literaria; Umberto Eco, que en 2009 publicó su compendio sobre la función de la lista en la literatura y en el arte, entendiendo la lista como un medio para ampliar los horizontes de la sabiduría, especialmente desde el Renacimiento en Europa; o el romanista Thomas Klinkert (2010), que publicó un nutrido estudio sobre lo que él llama ‘ficciones epistemológicas’, en el cual analiza las interferencias entre Ciencia y Literatura desde la Ilustración. Con particular énfasis subrayamos la reciente publicación de la eminente germanista y romanista alemana Monika Schmitz-Emans (2019), dedicada a las fantasías enciclopédicas, esto es a la representación literaria de cómo ocurre la transferencia de saberes.
Cabe destacar, por último, los trabajos de Ette (2004, 2012), profundamente arraigados en la metodología científica de Alexander von Humboldt y en el concepto del “tercer espacio” (third space) acuñado por Homi K. Bhabha en los Estudios Culturales. Para Ette, es fundamental que las disciplinas académicas no se limiten a una coexistencia en vidas paralelas, libres de fricciones, sinergias y espacios comunes; conviene, más bien, instaurar una práctica académica en la cual exista un debate transareal. El término TransArea Studies que Ette acuñó en la década de 1990 se constituye por una metodología transdisciplinar, en la cual la literatura se entiende como ciencia de vida (Life Science), apta para dar respuestas a preguntas tradicionalmente estudiadas por las ciencias naturales, por ejemplo, la pregunta ¿qué es la vida? La tarea de la filología es, para Ette, abrirse a estos temas de envergadura antropológica y existencial y compartir, así, mesa con las Humanidades y con las Ciencias Naturales. Elementos fundamentales en los trabajos de Ette son el movimiento y la movilidad. Su estudio Writing-Between-Worlds. TransArea Studies and the Literatures-without-a-fixed-abode , publicado en inglés en 2017, en alemán en 2005, examina cómo la movilidad geográfica desde la Antigüedad grecolatina hasta el siglo XXI contribuyó a la creación del conocimiento científico y a su vez de lo que Ette llama “literaturas sin domicilio fijo”, situadas a su vez en el interfaz entre Arte y Ciencia.
Como señalan Schwartz y Berti (2018), «lamentablemente, en el mundo hispanohablante los esfuerzos por integrar (o al menos por explorar las relaciones entre) literatura y ciencia, mucho más escasos y dispersos, no han logrado constituir la […] masa crítica de investigadores e intelectuales imprescindible para trabajar con orden y sistema. […] En 1985 fue fundada en Estados Unidos la Society for Literature, Science and the Arts (SLSA), que cuenta actualmente con varios cientos de miembros en activo, prepara conferencias anuales y edita su propia revista (Configurations); y más tarde se crearía en el Reino Unido la British Society for Literature and Science».
Dentro de este amplio espectro, aquí someramente esbozado, el estudio que nos ocupa es, contrariamente a sus propios planteamientos, de índole más bien positivista. Al versar sobre la afinidad entre las estructuras neuronales del cerebro y las estructuras propias de la poesía, abre un debate sugerente y quizás un tanto polémico sobre los límites de lo que podríamos llamar la ‘biologización del arte’.
El acercamiento positivista
El estudio de Schrott y Jacobs se esfuerza por no caer en la trampa del positivismo reduciendo fenómenos estéticos como meros productos epigenéticos del cerebro humano. El libro tiene un arranque prometedor al plantear cuestiones como las siguientes: ¿somos las personas portavoces de un pensamiento inconsciente, o es éste quien se abre paso y articula a través de nosotros, ajeno a nuestra propia voluntad? ¿Se expresa en el poema algo que sobrepasa los límites de nuestro conocimiento? ¿Cómo entender la inspiración? ¿Por qué un libro tiene la capacidad de captar nuestra atención hasta el punto de hacernos olvidar el espacio y el tiempo en que nos encontramos? ¿Por qué hay rimas que no olvidamos en la vida, aunque las hayamos aprendido de muy niños? ¿Por qué una metáfora es capaz de evocar en nosotros una sensación de verdad absoluta?
Todas estas cuestiones atañen los fundamentos filosóficos del pensamiento humano como los orígenes de la razón y de la consciencia, atisbadas, pero finalmente ignoradas en el nutridísimo libro de Schrott y Jacobs. El estudio de las personas alexitímicas es un ejemplo de entre muchos para el planteamiento un tanto reduccionista del libro. Tras describir e ilustrar con suma claridad, las diferentes áreas del cerebro humano, los autores dejan en entredicho si las dificultades de las personas alexitímicas son más bien de índole emocional o bien “si solo difícilmente son conscientes de sus emociones y pueden hablar de ellas” (pág. 70). Tal y como muestra la retórica de lo indecible en la literatura mística, la consciencia de un fenómeno y su articulación lingüística son fenómenos independientes y no tienen por qué estar ligados. El lector ávido de profundizar en el funcionamiento de la consciencia humana verá lo que ocurre en el cerebro durante la lectura de un texto literario, pero echará en falta un paso más allá de la mera representación neurocientífica. La fascinante alianza entre la vista y la comprensión se explica por la capacidad del ser humano de concentrarse sobre un fenómeno; lo percibido se convierte en conceptual a través de esquemas “esqueléticos” (pág. 114) a los que se añaden detalles específicos. También en este ejemplo falta por aclarar el papel de la consciencia a la hora de percibir un fenómeno como tal y posteriormente decidir cuáles son los detalles para completar el concepto.
El problema de la interpretación
El libro consiste en nueve capítulos que tratan la lectura, conceptos sensomotores, metáforas, sonido y pintura, musicalidad, versificación y rima, escritura y lengua, imágenes y en último lugar figuras de pensamiento. Los autores ponen de manifiesto los interfaces entre los elementos estilísticos de la literatura y los procesos neurobiológicos más elementales. Los tres segundos que en gran parte del mundo se necesitan para leer un verso se corresponden con las capacidades de nuestra red neuronal. La metáfora resulta de conexiones neuronales, que crean un “objeto imposible” (pág. 150), el cual ni se puede ver ni fotografiar ni siquiera delimitar conceptualmente. Para los autores, la ambigüedad, el enajenamiento, la ficción y la paradoja son tipos de ilusión óptica y constitutivos para la creación e interpretación de metáforas. Con un ademán didáctico (dibujos e ilustraciones, cuadros informativos con digresiones histórico-científicas y un lenguaje fácilmente comprensible para un público aficionado, además de una bibliografía al final de cada subcapítulo), la paradoja llega a definirse de una manera un tanto trivial, a saber como fenómeno de dos percepciones a priori contrapuestas (pág. 151). La interpretación, que es uno de los grandes problemas en el quehacer científico, no se aborda, tampoco desde un metanivel. ¿De qué manera surge una determinada interpretación de un poema y cuáles son sus factores constitutivos? ¿Qué aporta la Neuropsicología al conocimiento sobre los mecanismos de la interpretación literaria? ¿En qué difiere la interpretación literaria de un poeta de aquella de un neurocientífico? ¿Qué ocurre en el cerebro en caso de una mala interpretación? Estas cuestiones no se abordan.
Los orígenes de la poesía
Para un estudio que lleva la poesía en su título, sorprende la escasez del material literario y aun poético a lo largo de su desarrollo. Sí aparecen muchos términos técnicos, especialmente aquellos vinculados a la retórica y a la métrica. En solo nueve páginas, se remontan los orígenes de la poesía a su función mnemotécnica. Mediante la escucha y la recitación repetida de rima y musicalidad, se activan dos redes neuronales complejas hasta el punto que se establece un circuito entre ambas (pág. 331). En ocasiones, los autores se apropian del discurso evolucionista para explicar fenómenos literarios. Por ejemplo, definen la creación literaria como resultado del principio evolutivo de emergencia regido por una “asociación aleatoria” (pág. 419). Esta definición se ilustra con una cita de Italo Calvino que, sin embargo, habla de la “narración inherente a todas las cosas” (pág. 419) y que, por tanto, apunta menos al desarrollo aleatorio de todo proceso creativo sino más bien a su coherencia interna como le sería propia al concepto aristotélico de la “narración”.
Conclusiones
Schrott y Jacobs han presentado un compendio nutridísimo y fascinante que aporta terminología básica de los estudios literarios y también de la Neuropsicología. Sienta, así, una base metodológica para un diálogo entre Literatura y Ciencia. El filólogo Schrott domina, sin embargo, el discurso apropiándose de la terminología neurocientífica para ilustrar fenómenos poéticos. Éstos, a su vez, quedan escasamente representados y comentados dentro del corpus presentado en el estudio. Un análisis explícito del fenómeno poético en toda su complejidad precisaría, además, de una mayor amplitud y precisión metodológicas e igualmente de una mayor reflexión metacientífica.
Referencias bibliográficas
Galilei, Galileo (1623): Il Saggiatore. Roma: Mascardi, cap. VI. [Edición digital, sin paginación].
Gossin, Pamela (2002): Encyclopedia of Literature and Science. Westport: Conn Greenwood Press.
Nicklas, Pascal (2002): Die Beständigkeit des Wandels: Metamorphosen in Literatur und Wissenschaft. Hildesheim; Zúrich; Nueva York: G. Olms.
Ette, Ottmar (2004): ÜberLebensWissen. Die Aufgabe der Philologie. Berlín: Kadmos.
Saurat, Denis (1929): La religion de Victor Hugo. París: Hachette. [Edición digital, sin paginación].
Von Wright, Georg Henrik (1971): Explanation and Understanding. London: Routledge & Kegan Paul.
Herwig, Gottwald (et al.) (eds.): Konzepte der Metamorphose in den Geisteswissenschaften. Heidelberg: Winter.
von Matt, Peter (1972): Literaturwissenschaft und Psychoanalyse. Friburgo: Rombach.
Eco, Umberto (2009): Die unendliche Liste. Múnich: Hanser.
Klinkert, Thomas (2010): Epistemologische Fiktionen: zur Interferenz zwischen Literatur und Wissenschaft seit der Aufklärung. Berlín: De Gruyter.
Schmitz-Emans, Monika (2019): Enzyklopädische Phantasien: Wissensvermittelnde Darstellungsformen in der Literatur. Hildesheim; Nueva York: G. Olms.
Ette, Ottmar (2012): TransArea. Eine literarische Globalisierungsgeschichte. Berlin: De Gruyter.
Bhabha, Homi K. (1993): The Location of Culture. Londres: Routledge.
Ette, Ottmar (2017): Writing-Between-Worlds. TransArea Studies and the Literatures-without-a-fixed-Abode. Berlín: De Gruyter. [transl.: Vera M. Kutzinski].
Schwartz, Gustavo Ariel y Berti, Eduardo (2018): «Literatura y ciencia. Hacia una integración del conocimiento», Arbor, 194 (790): a481. https://doi.org/10.3989/arbor.2018.790n4006.
________________
RÓTULA es una revista de poesía
donde publicamos composiciones escritas tanto por autores
con una amplia trayectoria literaria
como por nuevas plumas de equipaje más ligero.
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RÓTULA es una revista de poesía
donde publicamos composiciones escritas tanto por autores
con una amplia trayectoria literaria
como por nuevas plumas de equipaje más ligero.
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Editor
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Envío de originales para su consideración:
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